Un saludo cariñoso a todos los funcionarios del Ministerio de Agricultura y Ganadería y toda esa familia que comprenden las instituciones del Sector Público Agropecuario. Gracias por su presencia.
Nos convocan
hoy 70 años de historia. En las postrimerías de un conflicto bélico mundial,
con un continente destruido por la guerra y la apremiante necesidad de
alimentar a una población mundial desarraigada y empobrecida, se identificó en
América Latina un enorme potencial de producción de alimentos y surgieron
muchas instituciones y programas para apoyar, el desarrollo del agro, el
desarrollo del campo y para ellos se crea en Costa Rica el Ministerio de
Agricultura y Ganadería, en 1942.
En nuestro
país, la agricultura, pero sobre todo la población vinculada a ella, tienen un
significado especial; nos recuerda nuestras raíces, nuestros valores, nuestro
desarrollo, que desde inicios de la vida independiente se sustentó en el principio
de que la riqueza de una nación no tiene sentido si no genera prosperidad para
la mayoría.
La creación
del Ministerio, viene a darle el respaldo institucional requerido, a una
actividad que rememora nuestra historia primera. Nuestra Patria ha sido forjada
con picos, palas y libros. Hablar de la historia de Costa Rica, es hablar de
campesinos, de producción, de tezón, de la tierra húmeda y fértil que nos
congregó para generar progreso a partir de la producción, de la educación y la
salud.
Este fortalecimiento
de la institucionalidad, se potencia con la llamada “revolución verde” en donde
la investigación, la utilización de nuevas semillas, la expansión de nuevos paquetes tecnológicos,
la extensión, la ampliación de la frontera agrícola, fueron basamento
sustancial para incrementar los rendimientos y mejorar los índices del agro.
Era fundamental para ello, contar con un ejército de funcionarios públicos, que
con mística, compromiso y sentido de pertenencia, ejecutaran los programas que
permitirían alcanzar las metas del desarrollo.
Hoy podemos
pensar con enorme satisfacción, que aquellos pioneros que asumieron la estafeta
del agro, con los ojos puestos en un futuro mejor, que llevaron conocimientos,
simientes, maquinaria, y ayudaron a los productores a volcar montaña para
sembrar, a colonizar tierras lejanas desde la meseta central para iniciar
nuevos productos y relocalizar otros, lo lograron. A ellos, algunos de los
cuales nos han acompañado durante este año, les ofrezco hoy un homenaje más que
merecido.
Porque las
instituciones son cuerpos jurídicos creados con propósitos, pero la
construcción de ellas, y el logro de los
objetivos de la política pública, solamente se alcanzan si contamos con lo
mejor de cada uno de los seres humanos que las integran.
Setenta años
después, debemos hacer justicia. También debemos rendir homenaje a todos los hombres
y mujeres del campo, a los productores y empresarios que con espíritu
emprendedor y la complicidad de los aliados, asumieron los retos, aprovecharon
las oportunidades y hoy constituyen una de las fuerzas dinámicas del progreso
en nuestro país. Ellos son la mejor
evidencia que la creación del Ministerio de Agricultura y Ganadería tuvo un
propósito superior, la producción de alimentos para nuestro mercado, el
crecimiento de nuestra oferta exportadora, el mejoramiento de las condiciones
de vida de los productores agropecuarios, y la creación de oportunidades para
el medio rural costarricense.
Nuestro pasado ha generado los activos humanos y de conocimiento, necesarios
para definir el camino que vamos
seguir. El pasado es valioso en
tanto nos ayuda a evaluar las acciones para enfrentar el futuro.
Hoy hemos aprendido que la producción masiva de alimentos no es
suficiente para resolver problemas como la pobreza en los territorios rurales,
el éxodo a las ciudades, el deterioro de los recursos naturales, ni siquiera la
propia seguridad alimentaria, que depende no solamente de la disponibilidad,
sino del acceso.
También hemos aprendido la multiplicidad de factores que pueden poner en
riesgo la capacidad de nuestro país para alimentarse, que van desde la
repentina escalada de los precios de los productos agrícolas o los insumos
necesarios para producirlos, hasta los terribles desastres, cada vez más
frecuentes ocasionados por las variaciones climáticas.
Este documental que hoy
compartimos con Ustedes repasa esa maravillosa historia, dibuja nuestra
realidad actual y por ahora quiero invitarlos a poner nuestra mirada en el
futuro…
El futuro del
Sector Agroalimentario Costarricense, se decanta en un escenario de desafíos y
oportunidades.
Al igual que
hace 70 años, el mundo vuelve sus ojos al sector agroalimentario, debemos
alimentar a una población que se duplicará en los próximos 40 años, pero las
condiciones y los factores de la producción son distintas.
Enfrentamos el agotamiento de la frontera agrícola y al igual que el
mundo entero, el efecto de los fenómenos climáticos hace aún más imprevisible
la producción agropecuaria. Todos los esfuerzos públicos y privados en el
desarrollo de nuevas tecnologías están siendo sometidos a esta nueva variable. Los países de la franja tropical del
hemisferio enfrentaremos una condición más crítica para la producción de los
cultivos y las crianzas y un nuevo mapa de plagas y enfermedades. Datos de la
FAO nos indican que los rendimientos en condiciones de estrés hídrico o de
temperaturas más altas pueden reducirse hasta en un 30%.
El reto de la competitividad es un elemento presente en todas las
reflexiones sobre nuestro sector. Debemos encontrar la forma de paliar los
efectos de medidas como el tipo de cambio, las tasas de interés, de
procurar la mejora de caminos y puertos
y el acceso a la infraestructura telemática, de encontrar alternativas ante el
costo de los combustibles y el finito de los combustibles fósiles, que afecta y
afectará aún mas toda la logística productiva y de comercio nacional e
internacional. En este conjunto de factores, debemos encontrar un mejor
entendimiento con aquellas entidades que tienen competencia en estos campos y
buscar aliados dentro y fuera de nuestras fronteras para buscar soluciones
creativas. Repito, debemos entender el desafío que significará producir
alimentos en el mundo.
Sabemos que tenemos también tarea en nuestras instituciones, muchas de
las cuáles fueron concebidas bajo una realidad diferente y encuentran amarras,
para adaptarse a los nuevos tiempos. Tenemos sobre nuestras espaldas la
responsabilidad de procurar y fiscalizar la inocuidad de los alimentos, el
combate a las plagas y enfermedades de plantas y animales, el uso racional de
agroquímicos, el uso conforme de suelos, la calidad de las semillas, la
preservación de los recursos genéticos, el mejoramiento y desarrollo de nuevas
variedades y razas, la renovación de plantaciones, el desarrollo de mercados
locales, la mejor gobernanza de los recursos marinos, así como de procurar
sistemas de producción más sostenibles. Son algunas de las tareas que nos
ocupan en esta nueva forma de gestión conjunta público / privada, de la política
pública.
Fue precisamente la conceptualización, diseño y ejecución de la Política
de Estado para el Sector Agroalimentario y el Desarrollo Rural la que nos
permitió definir un mapa de ruta, que
guiará nuestro derrotero hasta el año 2021, fecha en que celebraremos 200 años
de nuestra independencia. Este es un esfuerzo conciliador, ajustado a los
tiempos y que deberá seguirse haciendo como responsabilidad de un país maduro de
grandes aspiraciones. “Somos arquitectos de nuestro propio destino” y en ese futuro nos vemos como un motor de
desarrollo, que dignifica a sus productores y a las familias rurales y que lo
ha logrado robusteciendo los valores más importantes de nuestra nación como la
democracia, la paz y el respeto a la naturaleza y el fortalecimiento de la
asociatividad como forma de inclusión social.
Les he hablado del pasado y del futuro, pero quiero cerrar esta
reflexión con el presente, lo que estamos haciendo de la mano con el sector
productor y donde sería una omisión grave no reconocer que en muchos de estos
campos, estamos recogiendo la cosecha de esfuerzos que otros iniciaron:
Recordemos que nuestro sector aporta cerca del 15% del Producto Interno
Bruto y seguimos siendo la segunda fuente generadora de empleo. Somos un país
que se abastece de sus alimentos con pocas excepciones y un exportador neto de
alimentos con una balanza comercial superavitaria. Generamos alrededor del 40%
de valor de las exportaciones totales donde más de 50% de los
empleos se origina en la actividad agropecuaria.
Con nuestros sectores más sensibles trabajamos para mejorar su
productividad, para vincularlos de mejor manera con los mercados, para
diferenciar sus productos y sus esfuerzos, promoviendo negocios más sostenibles
donde hemos encontrado la responsabilidad y solidaridad de muchas empresas que
nos ayudan en esta misión.
Sabemos que requerimos aumentar la inversión en tecnología, incrementar
la capacidad científica del sector y ampliar la labor de extensión para
transferir el nuevo conocimiento a los productores que requieren aplicarlo y
dada las limitaciones que enfrentamos, lo hacemos de la mano con la academia,
la cooperación internacional y la empresa privada y tenemos casos concretos en
café, ganadería de carne, raíces y tubérculos, leche, caña de azúcar, piña y
granos básicos por mencionar algunos de ellos.
Impulsamos la agricultura familiar, de manera que se convierta en una
actividad sostenible y rentable con una inserción exitosa en los mercados.
Tenemos recursos financieros para una cartera de proyectos productivos
innovadores bajo un concepto de fondo concursable que para el próximo año
alcanzará un monto superior a los dos mil millones de colones.
Hemos puesto en marcha el Plan Sectorial de Cambio Climático y muchos
sectores productivos, como el café, la caña de azúcar, la ganadería, la
piña, han empezado a dar sus primeros
pasos en la incorporación de una agenda comprensiva para desarrollar sistemas
más sostenibles, para la mitigación de
GEI y para una mejor adaptación a este
nuevo contexto.
Pero los compromisos también han involucrado a muchas pequeñas
iniciativas de la agricultura familiar que han desarrollado sistemas
productivos bajos en emisiones de carbono.
Precisamente, la imagen de Costa Rica al exterior ha permitido que el
sector agropecuario de Costa Rica sea una vitrina al mundo en las próximas
negociaciones climáticas donde se expondrán 7 casos de éxito en el camino a la
meta de “Costa Rica Carbono Neutral 2021”. Aprovecho para dar las gracias por
la colaboración en este esfuerzo a todas las empresas participantes, a las
familias productoras y a nuestra Estación Experimental Los Diamantes que
realiza su proceso de CN.
Hemos venido fortaleciendo los mercados locales, en especial las ferias
del agricultor mediante infraestructura, manejo inocuo de los productos
convirtiendo estos espacios en un concepto más integrador. Trabajamos en la
construcción de los mercados mayoristas regionales en las regiones Chorotega y
Brunca y ahora contamos con un sistema de información de precios a los
productores, por medio de la telefonía celular, como herramienta novedosa que
transparenta mas los mercados y fortalece la capacidad de negociación de los
diferentes actores.
En el Ministerio, nos hemos comprometido a fortalecer nuestra
institucionalidad, pero también queremos ser más eficientes, contar con
procesos transparentes de gestión y 100% comprometidos con los objetivos
sectoriales. Por eso nos hemos
propuesto implementar un Sistema de Gestión de Calidad que nos
permita mejorar la eficiencia en el servicio que brindamos a las organizaciones
agropecuarias del país y optar por el reconocimiento de la norma ISO 9001.
Hemos trabajado en esto por casi un año y estoy segura de que pronto notarán la
diferencia en la calidad de nuestros servicios y procesos.
A los productores, organizaciones, academia, organismos internacionales
amigos, y otras instituciones, hoy quiero agradecerles el apoyo recibido en
nuestro accionar y los invito a seguir trabajando a nuestro lado, viendo hacia
adelante, uniendo esfuerzos para mejorar.
Debemos ser capaces de generar beneficios de manera creativa y eso lo
lograremos poniendo cada quien nuestras
fortalezas, definiendo con claridad donde queremos concentrar nuestros recursos
y nuestras fortalezas de manera que podamos seguir generando impacto y podamos
seguir diciendo con orgullo que somos la actividad económica más democrática de
nuestro país. ….. Y así seguir
produciendo el desarrollo justo y solidario que Costa Rica tanto necesita.
Sin lugar a dudas, podemos afirmar que Costa Rica efectivamente tiene
una riqueza no agotada aun en la producción de alimentos…en la riqueza natural
y cultural de sus territorios.
Muchas gracias!
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