Con productos de última generación se puede reducir la
aplicación de plaguicidas en más de 90%.
El uso de plaguicidas en la
agricultura siempre ha sido un tema controversial que se refleja en el lenguaje
usado para referirse a ellos. Mientras los grupos ambientalistas les
llaman “agrovenenos”, la industria agroquímica les llama “protectores de cultivos”.
La mayoría de los agricultores les llama simplemente “insumos”, lo que indica
que los consideran una herramienta para mejorar la productividad. Todas esas
denominaciones tienen algo de razón. Efectivamente los plaguicidas, tanto
sintéticos como naturales, tienen menor o mayor grado de toxicidad. Pero
también es cierto que protegen a los cultivos contra las plagas que afectan su
productividad. Por estas razones, su uso se justifica si se quiere
obtener cosechas abundantes y sin daños por plagas, pero deben regularse para
evitar los efectos negativos que puedan causar. Lo cierto es que en todos
los países donde se practica la agricultura con fines comerciales se utilizan
plaguicidas. Y en todos están regulados.
Una parte importante de la
regulación es el proceso de registro, que es básicamente la autorización legal
para que un plaguicida pueda usarse bajo determinadas condiciones y para
un propósito dado. El reglamento de registro vigente desde 2007 ha sido
inoperante, lo cual ha impedido que dispongamos de productos de última
generación, los cuales tienen mejor perfil toxicológico y se aplican en
cantidad mucho menor que lo que se utiliza en la actualidad en nuestro país.
Este rezago ha propiciado la aplicación de grandes volúmenes de plaguicidas en
nuestro país. Lo ilustro con un ejemplo real con dos productos de última
generación, a los que llamaremos A y B para no endosar ningún producto
particular, usados para el combate de ciertas enfermedades de las plantas.
Estos se aplican en dosis entre seis y treinta veces menores,
respectivamente, que los productos disponibles actualmente. Además ambos
requieren menos aplicaciones, cerca de 50% menos. Esto da una cantidad aplicada
entre 9 y 45 veces menor, es decir una disminución de 89% a 97% en el uso
de plaguicidas. El nuevo reglamento surge de la necesidad de
mejorar el registro de plaguicidas, para que nuestros agricultores dispongan de
mejores plaguicidas, sin reducir las salvaguardas a la salud o al ambiente.
En términos generales, un
plaguicida se puede registrar para dos propósitos. El primero es poder
aplicarlo en el campo para el combate de plagas. En este caso, el plaguicida
lleva dos componentes, el ingrediente activo, que es el que tiene acción contra
la plaga, y los auxiliares de formulación, que son sustancias que mejoran la
eficiencia o la seguridad de la aplicación. Esto es lo que se llama “plaguicida
formulado”. El segundo propósito para el que se registra un plaguicida es para
usar el ingrediente activo como materia prima para elaborar un plaguicida
formulado, o para conocer sus propiedades químicas, toxicológicas y
ecotoxicológicas. En este caso se registra solo el ingrediente activo,
concretamente el “ingrediente activo grado técnico” o IAGT. El IAGT no se
aplica tal cual en el campo. El ingrediente activo solo va al campo como
parte de un plaguicida formulado. Esta distinción es muy importante para el
registro; el ignorarla ha llevado a críticas infundadas.
Con el nuevo reglamento, todos
los plaguicidas que se registren para aplicar en el campo por parte de los
agricultores (es decir, plaguicidas formulados) serán analizados previamente a
su registro en sus aspectos agronómicos, ecotoxicológicos y toxicológicos por
los ministerios competentes, MAG, MINAE y Ministerio de Salud, respectivamente.
Con respecto a los IAGT, el
reglamento nuevo propone tres modalidades. En la primera, llamada “Registro con
data completa”, el registrante aporta toda la información toxicológica y
ecotoxicológica generada por el fabricante y esta es evaluada por los tres
ministerios. La segunda, “Registro por Incorporación” se utiliza para registrar
IAGT vigentes en países de primer mundo, con exigencias iguales o superiores a
las nuestras en cuanto al registro. El registrante aporta la misma información
que en el caso anterior, los ministerios únicamente verifican que esté completa
y se valida el registro de esos países. No es cierto que este tipo de
registro sea inaceptable por tener Costa Rica condiciones ambientales distintas
a aquellas en que se aplica el plaguicida en el país de origen, pues esta
modalidad es únicamente para el IAGT, que no se aplica tal cual en el
campo. Un plaguicida formulado que contiene un ingrediente activo
registrado por incorporación, siempre será evaluado por los tres ministerios
competentes para poder ser registrado.
La tercera modalidad es el
“Registro por equivalencia”, que se basa en productos ya registrados, cuya
patente ya venció, y por tanto, otro fabricante lo puede manufacturar y
registrar, aportando la información que puede ser por estudios propios o a
partir de referencia a información publicada. Esto evita la repetición
superflua de ensayos biológicos, la cual, ha advertido la FAO, implica un alto
costo y un innecesario maltrato de animales de laboratorio. En este caso, el
Servicio Fitosanitario del Estado comprueba la equivalencia química tanto del
IAGT como tal como de las impurezas producidas en el proceso de fabricación. Si
es químicamente idéntico, el SFE otorga el registro. Si hay diferencias con el
producto de referencia, entonces lo deben analizar los tres ministerios.
Tanto la incorporación como
la equivalencia agilizan y abaratan el proceso de registro, manteniendo
incólumes las regulaciones en materia de salud y ambiente. A la postre esto
resulta en costos de producción menores, mayor competitividad para nuestra
agricultura y menores precios para los consumidores. De esta forma, el
trabajo realizado desde el Ministerio resulta en un reglamento moderno que
permite dotar de nuevas y mejores herramientas a los productores, a la vez que
asegura la protección del ambiente y la salud de los costarricenses.
Interesante, especialmente porque se enfatiza la reduccion de las aplicaciones cuando la tradicional filosofia de la revolucion verde es usar mas! Saludos.
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