La
actividad agropecuaria y la agroindustria derivada directamente de ella generan
alrededor del 12% del producto interno bruto, el 37% de las exportaciones, el
12% del empleo nacional, y aportan el 70% del volumen de la canasta básica
alimentaria de Cosa Rica. A su vez, el agro es un sector sometido a grandes
riesgos por la variabilidad climática y la volatilidad de los precios
internacionales de bienes agrícolas. La política agropecuaria propuesta por
esta administración, plasmada en el Plan Nacional de Desarrollo 2015-2018
Alberto Cañas Escalante, busca fortalecer un sector tan importante como motor
de la economía y generador de bienestar especialmente en las zonas rurales.
Antes de describir las líneas generales de la política, es necesario precisar
un par de conceptos, dado que hemos visto que se han usado equivocadamente en
algunos foros y artículos de opinión.
La primera
precisión es sobre el concepto de soberanía alimentaria, propuesto en la
política. Este ha sido confundido con “autoabastecimiento alimentario”, y se
han hecho comentarios a partir de esta confusión. Soberanía alimentaria se
refiere al derecho de los países a definir su propia política agraria y
alimentaria, sin dumping frente a países terceros. Naciones como los Estados
Unidos y algunas de Europa lo practican todo el tiempo en su política agrícola,
sin temor a promover, apoyar e incluso proteger determinadas actividades
agropecuarias que consideran estratégicas. Al promover este concepto adoptamos
un comportamiento de país desarrollado en relación a la política agrícola.
La segunda
aclaración necesaria es sobre el significado de “agricultura responsable con el
ambiente”, promovida por la Administración Solís Rivera, pues algunos lo
confunden con “agricultura orgánica”; esta equivocación ha llevado a afirmar
que solamente vamos a apoyar la agricultura orgánica. Evidentemente la
producción orgánica es responsable con el ambiente (y la estamos apoyando
decididamente) pero la agricultura convencional también debe serlo: labores de
conservación de suelos, buenas prácticas en el uso y manejo de agroquímicos,
disposición adecuada de los desechos de la producción, uso racional del agua,
son ejemplos de prácticas agrícolas responsables con el ambiente que se deben
observar en la agricultura. El no hacerlo ha llevado a impactos ambientales
inaceptables.
Hechas las
aclaraciones, entro a explicar los grandes ejes de la política propuesta, la
cual tiene como propósito fundamental fortalecer la dignidad de las familias
dedicadas a la actividad agropecuaria y pesquera: que obtengan ingresos dignos
y el reconocimiento social por su aporte al empleo, la economía, el ambiente y
la seguridad alimentaria. Proponemos fortalecer los sistemas nacionales de
producción de alimentos de la canasta básica, no a través de subsidios, sino
por medio del incremento de la productividad, el valor agregado y mejores
sistemas de comercialización. Se plantea también apoyar al sector
agroexportador, mediante la mejora regulatoria en temas aduaneros, sanitarios y
fitosanitarios. Nos proponemos mejorar los sistemas de innovación, el acceso a
crédito, la simplificación de trámites y la reducción de los costos de
producción por medio de la gestión del conocimiento, lo cual beneficiaría tanto
a la producción local como a la agricultura de exportación.
Otro pilar
fundamental de la política 2015-2018 es el fortalecimiento del papel de la
agricultura ante el cambio climático, con acciones para la reducción, captura o
compensación de gases de efecto de invernadero, incluyendo el uso de fuentes
renovables de energía, así como para la adaptación de la agricultura al cambio
climático, por medio de la investigación en nuevas variedades de plantas y
otros elementos de nuestra biodiversidad, mejor utilización del recurso
hídrico, sistemas de alerta temprana y seguros agrícolas adecuados al clima
cambiante. Finalmente, nos proponemos crear más y mejores oportunidades para la
juventud del agro, por medio de una agricultura rentable, con alto valor
agregado, y con un uso intensivo de herramientas modernas de infocomunicación
como soporte a la toma de decisiones en el manejo de la producción y la
comercialización.
Debido al
énfasis en el fortalecimiento de la agricultura local, algunas personas han
tachado de desfasada a esta política. Todo lo contrario. Luego de la crisis de
los alimentos del 2008, y ante la realidad del cambio climático, el paradigma agrícola en boga en las últimas décadas del siglo
XX y primera del siglo XXI, está siendo fuertemente cuestionado en los últimos
5 años por la propia ONU: el informe del Relator Especial de las Naciones
Unidas para el Derecho a la Alimentación, en 2010, indica que reforzar la
agroecología, la innovación campesina y las redes de comercio justo, es la
mejor alternativa para garantizar el derecho a la alimentación. En 2011 la FAO
publica el libro “Ahorrar para Crecer”, en el que enfatiza la necesidad de una
“intensificación sostenible de la agricultura familiar” para garantizar una
producción eficiente sin dañar el medio ambiente, y en 2013 la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo publica el informe “Despierten
antes que sea demasiado tarde”, en el que indica la necesidad de “reformar las
reglas del comercio agrícola, dando mayor espacio político para asegurar la
soberanía alimentaria, la resiliencia y adaptación al cambio climático, y
repensar el enfoque de integrar a los pequeños productores en las cadenas
globales de suministro”. En el marco de la reciente cumbre del clima de la ONU,
se creó la Alianza por la “Agricultura Climáticamente Inteligente”, donde
actores públicos y privados reconocieron que no podemos, en agricultura, seguir
haciendo “negocios como siempre”. Nuestra propuesta está a tono con las
tendencias mundiales más recientes.
Sabemos
que la ruta no es fácil, pero ya iniciamos. Con trabajo, tesón y metas claras
daremos pasos firmes y decididos hacia la agricultura del futuro que, más que
intensiva en insumos, será intensiva en conocimientos.
Luis Felipe
Arauz Cavallini.
Ministro de Agricultura y
Ganadería
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